domingo, 4 de mayo de 2008

Sueños cautivos


Sueños cautivos

A los Philosopher Kings.

Manuel García Estrada

Viajo por Dundas Street caminando hacia las razas que inundan los templos y escuelas en donde una gran nación se levanta en silencio, callada, es la ciudad del mañana.

Nunca he creído que las sensaciones me agobian, son mis sueños los que me acosan recordando las maravillas de York Ville y de Harbourfront cuando tomando café vi despegar a los países de todo el planeta en una sola aldea de conversaciones similares en donde el amor es la preocupación primera de quienes son de un creo o de otro.

Envuelvo con almohadas mi cabeza mientras la nieva se derrite permitiendo a los maples sudar en primavera cuando recorro hacia el centro mi camino en la que una mujer chofer canta una hermosa balada que con aplausos sus fans le demostramos que la vida es alegría con canción de una jornada.

En el entramado de neuronas trabajando con mis párpados cerrados observo a la nación hippie siendo realidad cada día. Desciendo del piso 17 para llegar a los jardines que en Windfor Hights y llego al río en donde los mapaches, los patos y los gansos bailan juntos al oír el paso del tren que me permite casi tocarlo en el medio del puente río abajo.

¿Por qué no pude quedarme o por qué no me retuviste en tu gran y universal patria? Porque quizás querías de mi mente ya madura, no como entonces, aniñada.

Gran lago de Toronto, permíteme tenerte en todos mis sueños que hoy en día son cautivos de mi mismo porque ya a nadie comparto todo lo que siento y que es que te tuve y me formaste como gran padre de ecumenismo, multietnicidad y tolerancia.

Vivo siendo en mucho lo que tu me diste gran ciudad de Toronto y en cada paso que mis pies pisan baldosas te recuerdo queriendo estar siendo nuevamente tu hijo eterno. Si París es la única ciudad del mundo Toronto tu eres la gran aldea, la gran casa humana, la gran patria; y en ello siento el gozo de saberte mía entre mi sangre y tenerte siempre como idea siendo letra en mis proyectos para siempre o siendo sueño cautivo que en mi mente siente fuerte sabor a los veranos en que decidí ser hombre plenamente.

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