jueves, 15 de mayo de 2008

Centenario del maestro Atilano Luis Navarrete


Centenario del maestro Atilano Luis Navarrete

Graciela Z. de Camacho /El Mundo de Córdoba
México15 de mayo, 2008

Creo que son muy pocas las personas que logran llegar a los cien años y creo también que muy pocas hay que lo deseen. Leíamos en la Biblia que Matusalén vivió cien años, y siendo jóvenes deseábamos ser como él, pero al paso de los años, vamos teniendo conciencia de que vivir muchos años es realmente tan difícil para el que los vive, como para los que le ayudan a vivir, o para decirlo en mejores términos, para los que le cuidan, porque por muy buena naturaleza que se tenga, las capacidades van en un declive inútil de detener. Los españoles son raza fuerte y he visto que les cuesta realmente trabajo abandonar la vida, aún desdándolo, como me sucedió con mi maestro Antonio Bargés. Mi padre decía con mucha ocurrencia que “le exigía” al Señor llegar a los 60, pero cada década iba aumentando otra y afortunadamente se nos marchó a los 83, y al igual que Camacho que se fue a los 73, nunca estuvo enfermo, nunca estuvo solo, se supieron totalmente amados y no se sintieron viejos. El Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía en Córdoba, rindió un homenaje a nuestro querido profesor Don Atilano Luís Navarrete, por sus “primeros 100 años” como nos dijo muy ocurrente Manolo Navarrete su hijo. Y en el Patio del Zevallos, aguantando un calor espantoso, (Aun no me explico porqué no se efectuó en el Salón “Tratado de Córdoba ”), estuvimos un buen número de sus exalumnos y amigos, para escuchar primero unas décimas que le dedicó el Dr. Héctor Lamoglia y ver un video de una semblanza de su vida, en la que Manolo me dijo trabajó 40 horas y que por cuestión de un mal equipo de sonido tuvo que renarrar, perdiéndose tal vez muchas cosas interesantes y amenas, pues era imposible para él recordarlas y no llevó escrito nada. Después Manolo leyó otras décimas esta inspiración de Josefina B de Risso y pasamos a beber el vino, que con el calorcito y estando bien frío cayó muy bien. Vino Pepe de Tijuana, y por supuesto llegó el maestro acompañado de las dos cuatitas, maestras también del Grupo Escolar Cervantes durante mucho tiempo y de otros colegios cuando el Cervantes pasó a otras personas. Estas dos encantadoras hijas son el mejor premio que la vida y Conchita le dieron al profesor, porque son como sus dos ángeles custodios. El profesor llegó con su andadera y aun cuando está muy delgado, su cerebro funciona de maravilla, pues recordó nuestros nombres y cuando yo recordé algo de mi colegio dijo:“Ah, es Gracielita Zamudio, la hija del licenciado”, a mi no me tocó de maestro, porque en el año que yo pasé de tercero a cuarto, el profesor Antonio tomó esa clase y tuve dos años al mi maestro Bargés, pero fue maestro de mi hijo Guillermo y de mi hermano Salvador y como Conchita fue siempre tan gentil, los visité algunas veces y ahí le traté un poco pero ya no lo conocí como profesor. Vivieron durante muchos años con el profesor Parrilla “el de quinto”, que era además padrino de una de las cuatitas y como el no tuvo nunca familia se volvió como el tío de estos hijos de Conchita y Don Atilano. Regresaron varías veces a España, y una de esas veces, fue cuando Pepe Risso y yo organizamos el primer homenaje a los maestros del Grupo Escolar Cervantes y les obsequiamos los boletos, entre todos los asistentes exalumnos. Gratos recuerdos tenemos de este amado Colegio del que salimos muchas generaciones de exalumnos y que fue para nuestra ciudad un incremento cultural muy oportuno, porque con el exilio, México recibió a un gran número de profesionistas casi todos ellos personas muy bien preparadas, que ocuparon puestos importantes sobretodo en la UNAM y en colegios particulares, que nunca fueron caros y siempre se distinguieron como excelentes maestros. En el segundo homenaje que se les hizo en el Pedro Díaz, patrocinado por Bernardo Cessa entonces presidente municipal y por su esposa Laura Servin de Cessa, el profesor Atilano, dijo cosas muy importantes para los que somos mexicanos, nos dijo cuanto le agradó llegar a estos lugares tan parecidos a su Valencia y que fueron tratados siempre con cordialidad sintiéndose no refugiados sino mexicanos auténticos, por lo que ellos sin renunciar a su patria adoptaron esta nuestra como “su otra Patria”, que sus hijos eran mexicanos y en conclusión ellos lo eran también de corazón. Felicitamos a los organizadores, aun cuando hubo fallas como el sonido y la falta de are acondicionado, pero cuanta su buena voluntad. Y muy especialmente, felicitamos a sus queridos hijos y a este maestro que logró llegar a los Cien Años.

No hay comentarios: